Respuesta:
La pregunta presupone que el cristiano puede y debe divertirse y, según entiendo, así es. También presupone que hay limitaciones sobre la diversión para el cristiano. Esto también es cierto. Los principios que hemos de seguir se aplican: (1) al acto mismo de la diversión, (2) a mi actitud en la diversión y (3) al ambiente en el cual la diversión se desarrolla.
Lo primero que debo hacer es ESTAR SEGURO que la Biblia no lo condena específicamente. Por supuesto si la Biblia lo condena específicamente, debo evitarlo.
Segundo, debo tratar de averiguar si algún PRINCIPIO bíblico lo prohíbe. A veces hay actividades y prácticas que la Biblia no prohíbe específicamente pero algún principio bíblico claramente lo condena. Es en este punto que frecuentemente tenemos problemas y diferencias de opinión en la iglesia del Señor.
Voy a sugerir que una buena manera de decidir si debo hacer algo o no es por preguntar en cuanto al EFECTO que pueda tener. ¿Qué efecto tiene "equis" actividad?
(1) ¿Qué efecto tiene en mí mismo?
Soy hombre hecho a imagen de Dios (Génesis 1:26,27). También soy hijo de Dios (I Juan 3:1). Además mi cuerpo es templo del Espíritu Santo (I Corintios 6:19,20). Por tanto, el efecto de alguna práctica o actividad en mi cuerpo, mente o espíritu es DE SUMA IMPORTANCIA. Si alguna práctica o hábito es destructivo para mi salud física o emocional, DEBO EVITARLO. Buen ejemplo es el hábito común de fumar. La Biblia no lo menciona específicamente. Pero está bien comprobado que es muy dañino a la salud del ser humano. Por tanto, la Biblia lo prohíbe EN PRINCIPIO.
Esto también puede incluir cosas que en sí no son malas. Este principio se encuentra en I Corintios 6:12, "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré DOMINAR DE NINGUNA." Si alguna práctica me va a DOMINAR de modo que vaya yo al exceso en ella, aquello que es LICITO se vuelve DAÑINO para mí en lo personal y debo evitarlo. Buen ejemplo puede ser algún deporte. Jugar con un balón y lanzarlo en un cesto (el baloncesto) en sí no me es dañino. Pero si este deporte llega a ser tan importante que se vuelve una obsesión para mí que ocupa la mayoría de mi tiempo y hasta me quita tiempo que debería usar para adorar a Dios, DEBO EVITARLO. Aquello que es LÍCITO se vuelve DAÑINO para mí.
(2) ¿Qué efecto tiene en otras personas?
Siempre debo evitar ser "piedra de tropiezo" para otras personas hasta donde me sea posible (I Corintios 8:1-13; 10:23-11:1; Romanos 14:14-15:3).
¿Cuando peco en este sentido?
Cuando un hermano me ve hacer algo que él considera malo. Pero ya que me vio a mí hacerlo, él también lo hace aunque ofende su conciencia (vea especialmente I Corintios 8:10). NO se trata en ninguno de estos versículos de un hermano que simplemente desaprueba lo que yo hago. Se trata de un hermano que lo desaprueba, pero luego él lo hace porque me vio a mí hacerlo (aunque siempre lo considera malo).
También hay que evitar ser fuente de tentación para otra persona. Por ejemplo, la mujer debe tener cuidado en su modo de vestirse de no ser instrumento de Satanás para tentar a un varón. Claro está que hay varones que encuentran algo deshonesto en que pensar sea cual sea el vestuario. La mujer no es responsable por tales personas. Pero sí es su responsabilidad estar segura que Satanás no puede usar su modo de vestirse para tentar a un hombre honesto que trata de mantenerse limpio. Este principio ayuda a hombres y mujeres cristianos en muchas decisiones.
Como cristiano maduro también debo considerar cómo mi participación en cierta actividad o práctica afecta MI INFLUENCIA sobre aquellos que no son cristianos. NO ESTOY OBLIGADO a ceder mi libertad si algo es lícito, pero ES POSIBLE QUE QUIERA seguir el ejemplo del apóstol Pablo (I Corintios 9:19-22). Debo aclarar en este punto también que NO PUEDO OBLIGAR A OTROS CRISTIANOS a ceder su libertad en tales cosas NI DEBO PERMITIR que otro hermano les OBLIGUE a ceder su libertad. Por ejemplo: Muchos sectarios creen que uno siempre debe arrodillarse para orar. En lo personal, estoy dispuesto a arrodillarse para orar cuando estoy con ellos. Por cierto, en algunas ocasiones les he suplicado que nos arrodillemos para orar porque sabía que ellos se estaban fijando en esto y quería la oportunidad de enseñarles el evangelio de Cristo. Yo sé que tengo libertad de orar en cualquier posición. Pero cedí esta libertad en el caso de ellos para no perder la oportunidad de hablarles del evangelio de Cristo. PERO EN NINGÚN MOMENTO estaría de acuerdo en obligar a toda una congregación de mis hermanos a arrodillarse siempre para la oración PARA que otra persona se quedara contenta. De este principio también hay mucha aplicación. Esto es lo que Pablo hacía. En lo personal se hizo "como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley". Pero NO aceptó obligar a sus hermanos gentiles a estar sujetos a la ley para que los judíos estuvieran contentos con ellos (Gálatas 2:3- 5).
Cuando creo que algo es malo DEBO EVITARLO y nunca debo violar mi propia consciencia (Romanos 14:5,23).
Pero si se trata de una opinión NO DEBO CONDENAR a mis hermanos que no están de acuerdo conmigo (Romanos 14:3-13). No debo contender sobre estas opiniones tampoco (Romanos 14:1,5).
En todas estas decisiones debo aplicar la promesa de Santiago 1:5 y pedir con plena fe que el Padre me dé mucha sabiduría espiritual (Santiago 3:13-18).
Con estos fundamentos establecidos, creo que podemos considerar ahora las tres facetas de la diversión que mencionamos en el principio de este artículo: (1) el acto, (2) mi actitud, (3) el ambiente.
En cuanto al acto de la diversión: Si dejamos a un lado las diversiones ilegales (variable de un país o estado a otro), las diversiones inmorales (las que la Biblia prohíbe), las que en sí hacen daño a mí mismo o a otras personas (física, emocional o espiritualmente), tenemos plena libertad. Muchas clases de deporte, las excursiones en la naturaleza, una interminable cantidad de juegos de grupo, la música, los espectáculos de video o en vivo, los juegos electrónicos, etcétera - todas estas clases de actividades quizás puedan ser apropiadas para el cristiano. Pero si lo son o no depende también de las otras dos facetas: mi actitud y el ambiente de la diversión.
En cuanto mi actitud en la diversión: El cristiano tiene que ser guiado por el espíritu que aprendemos de Cristo y Su Palabra. Las actitudes resumidas en las “bienaventuranzas” pronunciadas por nuestro Señor en Mateo 5:3-12 son fundamentales en todo aspecto de la vida del cristiano y no se suspenden sencillamente porque estamos participando de alguna diversión. Algunas de ellas son de importancia especial en la diversión: la humildad, la fuerza bajo control (la mansedumbre), la misericordia, la limpieza de corazón. Tenemos además las actitudes presentadas en el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22,23. Varias de ellas también son muy aplicables en la diversión cristiana: el amor, el gozo, la paciencia, la benignidad, la bondad, la templanza. Y si consideramos las obras de la carne en Gálatas 5:19-21, encontramos el relieve negativo para la actitud cristiana: pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias.
Si en alguna actividad deportiva o en juegos de grupo, pierdo el dominio propio o los pensamientos de mi corazón no son limpios, aquella diversión inocente se convierte en pecado para mí y quizá, por medio de mí, pueda convertirse en pecado para otras personas. En tal caso, las opciones mías son: (1) reparar mi actitud o (2) abstener de esta diversión si me fuera demasiado difícil cambiar de actitud en esta actividad. Como ejemplo de esta segunda opción, habemos un grupo de hermanos y hermanas que gustamos de ciertos juegos inocentes en los cuales naturalmente entra el elemento sano de la competencia y el deseo de resultar triunfante. Pero hay un hermano que se abstiene de ello porque su espíritu de competencia y su deseo de triunfar es tan fuerte que se enoja en extremo si no gana. Se enoja al grado de insultar severamente a los de su propio equipo. Siendo que conoce su propia debilidad, él se abstiene de esta diversión y cuando él y su esposa están en el grupo social, tratamos de ofrecer otra diversión en la que él pueda involucrarse.
En cuanto al ambiente de la diversión: Hay ciertos ambientes que tienen un efecto negativo en la influencia de cristiano y como consecuencia no son adecuados para él aunque la diversión en sí sea sana. La actitud de uno puede ser excelente, su comportamiento ejemplar y la diversión que lo atrae muy sano, pero si el ambiente es degenerado, quizá no sea la diversión apropiada para el cristiano. Además hay ambientes que presentan tentaciones demasiado fuertes para ciertos cristianos y que obviamente deben ser evitados por estos hijos de Dios.
Debemos tener el cuidado de no establecer leyes que Dios no ha establecido. Prohibir lo que Dios no prohíbe es tan peligroso como permitir lo que Dios condena. Pero si aplicamos estos principios bíblicos con sinceridad y sabiduría espiritual, creo que nos daremos cuenta que la lista de diversiones disponibles a los cristianos es casi interminable y más que adecuado para suplir la necesidad social y mental que existe en el ser humano de divertirse de la rutina diaria. Nos hace bien la diversión sana, especialmente cuando participamos en ella con espíritu cristiano en la comunión de otros hijos de Dios. Hasta puede llegar a ser excelente forma de tener una influencia positiva en aquellos que no son cristianos. Una de las formas naturales de lograr contactos para el Señor es por invitar algunos amigos a participar en una diversión sana con un grupo pequeño (o grande) de cristianos.
¡Sea Dios glorificado en todo momento en Sus hijos!
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