El Señor se preocupa, y a Él le importa lo que nos sucede y lo que hacemos. El cuidado y la preocupación son intensos, complejos, específicos y personales. El amor incondicional no es tan grandioso ni apremiante. En comparación, es despreocupado, general e impersonal. El amor de Dios es mucho mejor que el incondicional. Dios es un ser activo. Decidió amar al ser humano cuando con toda razón podría haberlo condenado. Él participa en el proceso de amar. Él es misericordioso, no sencillamente tolerante. Aquél que aborrece el pecado va en busca de los pecadores, llamándolos por su nombre al arrepentimiento.
Dios está tan comprometido en perdonar y en cambiar a la persona, que envió a Jesús a morir por ella en la Cruz del Calvario. Él da la bienvenida a los pobres en espíritu. Dios es increíblemente paciente e implacablemente perseverante en la vida de sus hijos. El amor de Dios está lleno de sangre, sudor, lágrimas y clamor. Él sufrió por ellos. Él lucha por ellos, defendiendo al afligido. Los busca con poderosa ternura a fin de poder cambiarlos. Él es celoso, no indiferente. Su simpatía y empatía hablan claramente palabras de verdad para liberarlos del pecado y la desdicha. Él los disciplinará para demostrarles que los ama. Él vive en ellos y derrama su Espíritu en su corazón(NUEVO NACIMIENTO) a fin de que puedan conocerlo. El amor de Dios incluye odio: odio al pecado, ya sea pecado contra sus hijos o pecado de parte de ellos. El amor de Dios demanda que ellos respondan: que crean, confíen, obedezcan, agradezcan con corazón alegre, que se ocupen de su salvación con temor, que se deleiten en el Señor. El león de Judá al que se refiere la Biblia no es un león domado. De la misma manera, el amor del Señor por la niña de sus ojos no es un amor dócil, no es una técnica terapéutica. Y de alguna manera, cada hijo de Dios debe tener esa clase de amor hacia otros: "Andad en amor, como también Cristo nos amó" (Ef. 4:32-5:2). Tal amor es vigoroso y complejo. Amar de esa manera es difícil. Es distinto de: "A mis ojos, todo está bien; lo acepto porque es quien es, y porque acepto a los demás no lo juzgaré ni trataré de imponer mis valores en usted." El amor incondicional sustituye al león, rey de los animales, por un osito de peluche. Los ositos hacen sentir bien y no responden.
¿Debe el amor de Dios ser llamado incondicional, un término cuyo significado ha sido moldeado por la calma indiferente y despreocupada del psicoterapeuta profesional, cuyo principio es no imponer principios ni valores? ¿Qué palabras serán adecuadas para describir el amor de Dios que acepta de manera espectacular y que al mismo tiempo es obstinado, exigente y activo?
"El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquél que murió y resucitó por ellos" (2 Co. 5:14 ss.). ¿Qué palabras serán suficientes para describir el amor de Dios, que es tanto un regalo para los impíos, como también una expectativa para una vida de piedad? ¿Un amor que acepta a cada uno como es, pero que lo transforma? ¿Un amor que acepta a las personas e incluye un programa de cambio para toda la vida? ¿Acaso se debe llamar "amor incondicional" a la clase de amor que tiene Dios y a lo que padres y consejeros temerosos de Dios deben hacer, hablar y para lo que tienen que servir de modelo?
Dios recibe a cada uno tal como es: pecador, sufriente, confundido. No hay que tratar de arreglar la vida para luego venir a Dios. Es necesario ir a Él. La gente habla de incondicional para hacer referencia a la invitación que hace Dios a personas toscas y hasta groseras, impuras, ya terminadas. Lo usan para vencer la desesperación de pensar que se es indigno y que lleva a no pedir la ayuda de Dios ni del pueblo de Dios. Me incomoda un poco la frase amor incondicional porque frecuentemente hace a un lado la realidad. Es compañera de las enseñanzas que le dicen a la gente: "Paz, paz," cuando, desde la perspectiva santa de Dios, no hay paz (Jr. 23:14,16 ss.). Si alguien recibe aceptación generalizada, no necesita arrepentimiento, simplemente la acepta. Lo llena sin hacer que se humille. Lo hace sentir tan bien consigo mismo que ni siquiera ve la necesidad de arrepentirse ni de deleitarse en la obra de Cristo. Hace que se sienta bien sin tener que enfrentarse a la angustia de Jesús en Getsemaní y en el Calvario. Es fácil y no demanda nada. No insiste en una transformación, y no la hace. Engaña en cuanto a Dios y en cuanto a la persona misma. La mayoría de la gente aspira a este amor incondicional, que contiene una gran dosis de este bagaje cultural.
La gente que habla de amor incondicional a menudo tiene buenas intenciones. Unos pocos usan las palabras con los viejos significados teológicos intactos. Muchos quieren que la gente se ame en forma incondicional. Otros quieren ayudar a aquellos que ven a Dios como el gran crítico, a quien, o bien sirven como si fueran esclavos, o de quien escapan porque nunca pueden servirle. Y no tengo dudas de que la frase ha sido de utilidad a algunos, a pesar de las riquezas que deja de lado o del bagaje que por lo general contiene. Pero hay buenas razones por las que la Biblia relata historias de eventos asombrosos;
habla usando atractivas metáforas, y revela una detallada teología a fin de informar del amor de Dios. Se necesita algo mejor que amor incondicional. Se necesita la corona de espinas. Se necesita el toque de vida al hijo muerto de la viuda de Naín. Se necesita la promesa al ladrón arrepentido. Se necesita saber que "nunca te abandonaré ni te dejaré." Se necesita perdón. Se necesita un labrador, un pastor, un padre, un salvador. Se necesita ser como Aquél que nos ama. Se necesita el amor de Jesús, que es mucho mejor.
habla usando atractivas metáforas, y revela una detallada teología a fin de informar del amor de Dios. Se necesita algo mejor que amor incondicional. Se necesita la corona de espinas. Se necesita el toque de vida al hijo muerto de la viuda de Naín. Se necesita la promesa al ladrón arrepentido. Se necesita saber que "nunca te abandonaré ni te dejaré." Se necesita perdón. Se necesita un labrador, un pastor, un padre, un salvador. Se necesita ser como Aquél que nos ama. Se necesita el amor de Jesús, que es mucho mejor.
ES PARA PENSAR, NO CREES? DIOS TE DENDIGA
Porciónes agregadas de del Journal of Biblical Counseling