Isaias 48: 11
He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.
En los últimos tiempos me he dedicado a estudiar acerca de la esencia de Dios y encontré que el enfoque, que muchas veces tenemos, es el de Dios siendo el satélite que gira en nuestro derredor para cumplir nuestros sueños. Si bien esto es algo que a los hombres nos gusta escuchar, no es la verdad, no somos el centro del universo, sino seres que el pecado desvió del propósito por el cual fuimos creados. El amor de Dios que se acerca a nosotros está basado en el amor hacia si mismo (porque su naturaleza misma es amor), y que tiene como objetivo el que desde nuestra depravación y caída, el decida buscarnos y rescatarnos, no porque nosotros lo merezcamos sino para que su propósito de crear para si un pueblo propio y santo, apartado del pecado, se lleve a cabo y donde su nombre y su honra sean el motivo principal de nuestra regeneración y participación de su Gracia.
Resumiendo, lo importante no son mis sueños por mas justos que me parezcan, lo importante es lo que Dios quiere hacer conmigo. Se que este concepto golpea nuestra sensible carnalidad pero si logras entenderlo, en el Espíritu, sabrás que es lo mejor que te pueda suceder. Dios te Bendiga.